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Los padres tienen la última palabra en la educación de sus hijos (2/3) – La educación de los hijos es un asunto de los padres*

Introducción

Las Escrituras son muy claras sobre la responsabilidad de los padres sobre la educación de sus hijos. Deuteronomio 6, nos recuerda a los padres la obligación de enseñar a nuestros hijos todo el consejo de Dios: “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.” (Deuteronomio 6:6-9).

De acuerdo con Kuyper (2019) el padre es la única persona con derecho legal, llamado por la naturaleza y llamado a esta tarea, para determinar la elección de la escuela para sus hijos. A esto debemos aferrarnos. Esta es la tarea primordial en todo el asunto de las escuelas. Si hay algún axioma en el área de la educación, es este.

Educación

¿Qué es la educación y cuál es su propósito? Tal como Clark (1946) lo indica, una y otra vez Dios nos da las respuestas en su Palabra: “el objetivo de la educación es la gloria de Dios”, haciendo eco de Proverbios 1:7. Clark continúa diciendo que el objetivo de la educación es la verdad: “La transmisión de la verdad a los jóvenes estudiantes y el descubrimiento de nueva verdad por los estudiantes más avanzado”. En la Biblia encontramos que la verdad no es algo sino alguien: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).

Jesús nos dijo que no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mateo 4:4), entonces los padres tenemos la responsabilidad de alimentar a nuestros hijos con el pan de vida, lo que incluye también su educación (Davies et al.,1993).

Los objetivos educativos de las escuelas de acuerdo con De Jong (2001) se encuentran en Proverbios 22:6: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”. ¿Qué deben aprender los niños en las escuelas? De Jong nos recuerda que los niños son creaturas de Dios, hechos a su imagen, y que los redimidos han sido comprados con la sangre preciosa de Cristo, y por lo tanto le pertenecen en una relación especial. Por ello, entonces debemos preguntarnos que es lo que Dios quiere que los niños aprendan. Todos necesitamos ser transformados de lo que es a lo que debería ser, de lo somos a los que deberíamos llegar a ser.

La educación humanista pone el énfasis en el hombre, en que las cosas tienen valor porque el hombre se lo asigna, pero nosotros sabemos que Dios es el único que puede darle valor y dignidad al hombre, si tenemos dignidad y merecemos respeto es porque Dios nos creó a su imagen y semejanza, y eso es lo que nos da valor como personas, no lo que las filosofías humanistas, legislaturas o gente en el poder diga que valemos. La educación humanista fragmenta al estudiante en diferentes aspectos: físicos, mentales y emocionales, cuando Dios en su Palabra nos dice que somos un ser integral. La manera entonces de educar a los niños es abordando ese ser integral como un todo: un ser espiritual, donde lo único que nos da plenitud en la vida es Dios.

Conclusión

El humanismo no solo se ha infiltrado en las escuelas publicas y privadas, en la política, sino lamentablemente también ha permeado en las iglesias y escuelas cristianas. El énfasis es en las herramientas, la pedagogía, la psicología de la enseñanza, y por ello se han creado diferentes sistemas de enseñanza y aprendizaje escolar: Piaget, Montessori, Vygotsky, etc., y se ha perdido de vista lo que verdaderamente importa: ética, moral y valores, que solo pueden provenir de la cosmovisión bíblica, que nos enseña la verdad acerca del hombre: somos pecadores que necesitamos ser perdonador por Dios mediante la sangre redentora de Cristo Jesús, y solo Él nos puede enseñar la verdad. Sigamos orando para que no solamente los padres estemos cumpliendo nuestra responsabilidad que Dios nos ha conferido, sino que también en las escuelas públicos haya cristianos que sean maestros y estén dispuestos a realizar su trabajo de educar de acuerdo con la voluntad de Dios; que las escuelas que dicen ser cristianas en realidad hagan una diferencia en la educación de los estudiantes, que no comprometan la verdad por el afán de querer ser relevantes en esta cultura de medias verdades, de la sin razón, de lo relativo, y que todos seamos fieles en la mayordomía que Dios nos ha dado sobre nuestros hijos.

Referencias

Clark, G. H. (1946). A Christian Philosophy of Education. WM. B. Eerdmans Publishing Company: Grand Rapids: MI.

Davies, S., Doddridge, P., Hildersham, A., Houston, T., Stennentt, S., Venn, H., Whitefield, G., y Worcester, S. (1993). The Godly Family. Soli Deo Gloria Publications: Grand Rapids: MI.

De Jong, N. (2001). Teaching for a change. P & R Publising: Phillipsburg: NJ.

Kuyper, A. (2019). On Education. Lexham Press: Bellingham: WA.

*Tomado de Reyes, L. C. (agosto, 2022). La educación de los hijos es un asunto de los padres. La Fuente, 198, pp. 16-17.